martes, 17 de junio de 2014

El príncipe navegante



Sonaron las 12 campanadas que anunciaban la medianoche. En el escape perdió un zapato en la escalera.  Cuando llegó al muelle dejó el otro, último recuerdo de esa noche, y se lanzó al agua.  Las primeras gotas que rozaron su piel fueron suficientes para que volviera  a ser sirena.  El claro de luna le permitió ver al príncipe una vez más.  

Quien calce a la perfección estos zapatos será mi  compañera, lo oyó decir y, entre suspiros, se perdió en la espuma de las olas.
Un sonido inigualable que provenía del agua  lo sedujo. Buscó y buscó a la dueña de esos zapatos que lo acompañarían esperando a su dueña. 

Más de una doncella aguardaba ser elegida por el futuro monarca, esperaron su decisión pero él partió  hacia el mar, que lo llamaba. Con una pasión única navegó y navegó.  Tuvo en cada puerto un amor. Su vida transcurrió entre barcos y  playas; el susurro de las olas le recordaba aquella mujer.

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