domingo, 2 de octubre de 2011

Un elegido para el páramo

cielo by pedrosantomera
cielo, a photo by pedrosantomera on Flickr.
Nació en un páramo de una tierra a la que sólo iban algunos. El lugar, un secreto para muchos, quienes necesitaran saber de él, conocerían el camino. Los sabios sabrían aconsejarlos.
Las estrellas ya los habían designado, había que esperar sus llegadas.
El cóndor divisó el huevo diferente, marcado; para los habitantes del valle una cacería más. Ese nido no era cuidado por nadie.
El sabio más viejo esperaba, era el tiempo anunciado para una nueva página de la historia.
El huevo se sacudió, el quiebre fue rápido. Pareció que se desperezaba. Un cerdo, o lo que parecía ser uno, se paró; con sus ojos de gato miró curioso al viejo. Se dio cuenta que no era una amenaza y desplegó las alas, sobrevoló el hogar de los únicos. Una parte de él disfrutó el privilegio, recorría el cielo que los animales malditos de dios no podían ver. Divisó cada uno de los límites del terreno, vio a los otros. Tenía mucho que aprender, descendió. Se acercó al sabio y ronroneó reclamando comida.
El anciano y el puerco alado partieron hacia la cueva.
El cóndor suspiró y retornó a su nido donde lo esperaría la esfinge con el nuevo desafío; esta vez lo había encontrado. Sus garras volvieron a ser manos para escribir la crónica.