Había aprendido cuando era chico. Los movimientos en el tablero eran parte de su
vida desde que recordaba.
Comenzó jugando con su abuelo, ocupaba sus tiempos de
ocio entre blancas y negras. Se reían, de divertía mucho, a veces pensaba que
lo dejaba ganar. Después aprendió que el triunfo no era un regalo, ni casual. Con
cada derrota una nueva estrategia se
abría en el siguiente juego.
En la escuela, martes y viernes pasaron a ser la
rutina de un entrenamiento analítico y exhaustivo. Diferentes jugadas inundaban
su pensamiento.
El primer triunfo en un evento público encaminó el
rumbo. Alfiles y torres enmarcaron la dedicación a favor de su dama y su rey.
El esfuerzo y el esmero de un peón describían su vida.
Jaque mate: lograrlo era su pasión, sufrirlo su
desdicha. En el tablero de su vida
cosechaba triunfos y reconocimiento. El campeonato mundial se convirtió en la
brújula de su existencia.
Batallas medievales se desgarraban en sus sueños. Sacrificio de peones, caballos confundidos,
torres caídas y un negro rey empalidecido por la muerte; su pesadilla. Esa
escena encarnizada torturaba su mente. Ante ese augurio, invertía más horas de
estudio para analizar y diseñaba su estrategia.
Esperaba en silencio. Al ver el movimiento de su adversario,
hizo una mueca de satisfacción.
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¡Jaque mate! – sentenció certero.
“Campeón mundial” se dijo para sí.
Entre las felicitaciones y los saludos, un placer único
lo embarcó en una sensación de éxtasis anhelada.
Más tarde, en
soledad, se acercó al único tablero que ya no usaba, el de su escritorio, el de
las partidas con el abuelo. Miró su nombre al pie del trofeo en sus manos. Ya
no sabía si agradecer o maldecir, su deseo se había hecho realidad.
Muy bueno Lore, aunque en ningún torneo está permitido decir "jaque Mate", perdería automáticamente.
ResponderEliminarJuan, muchas gracias! Por tu conocimiento lo arreglé. Tengo otro cuento con un ajedrecista, te lo mando primero antes de publicarlo.
ResponderEliminarHe participado de varios torneos de ajedrez, conozco su reglamento y por lo que se no esta para nada prohibido, es mas, decir jaque es obligatorio
ResponderEliminarDesde aquel día no he movido las piezas en el tablero (Jorge Luis Borges)
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